Por Jorge Contrera
“El
pigmento negro no ensombrece nuestra piel” ¿No la ensombrece en realidad? ¿Y si
la ensombreciera? “El pigmento –negro-no-ensombrece-nuestra-piel”. Ni más ni
menos, no, no ensombrece nuestra piel. Creo que cualquiera de los que estamos
aquí consideraríamos esta expresión cuanto menos desacertada, desubicada,
incluso racista. Sin embargo, la misma fue dicha en algún momento de nuestra
historia y por uno de los más notables intelectuales de principios del siglo
XX. Y fue enunciada–claro está- como algo estimable, algo digno de destacarse,
como un acusado defendiéndose de las fechorías cuyo protagonismo se le asigna.
En otras palabras, “no, no somos negros, para nada. ¡Qué calumnia!
En los
albores del siglo XX surgió en nuestro país una camada de intelectuales que
tuvieron una enorme responsabilidad sobre sus espaldas, o mejor dicho, en sus
plumas: entre otras cuestiones, la de escribir la “historia paraguaya”. Es en
ese contexto que surge la medular interrogante: ¿Nos reconstruimos o nos
regeneramos? Reconstrucción vs. Regeneración. Aquí es que aparece Manuel
Domínguez, uno de los más notables novecentistas que llegó a escribir en su
obra “El alma de la raza” lo que dije al principio: “El pigmento negro no
ensombrece nuestra piel”.
Negación,
invisibilización, desaparición. Fenómenos lamentablemente propios de nuestras
historias, y lo digo así en plural, porque más allá de la “historia oficial”,
se tejen otras historias, otras narraciones quizás radicalmente opuestas a las
que estamos acostumbrados a escuchar. Y es aquí donde me place hablar de Kamba a ã (Fruto del alma de la negritud), esta
magnífica y muy necesaria obra del estimado, muy querido amigo y compañero de
lucha Mario Casartelli, a quien hoy tengo el privilegio de conocerlo en persona
en una circunstancia inmejorable. Kamba
a ã, qué precioso nombre para tan necesaria obra, que sin pretender ser
historiográfica, sino poética, cumple cabalmente con aquello que se propuso:
visibilizar a los afroparaguayos, a los kamba, tantas veces negados, tantas
veces invisibilizados por esta sociedad
paraguaya –de la que formamos parte- a la que le sigue costando aceptar la
diversidad, ni qué decir, tolerarla, quizás –entre otras razones- a que la
“historia oficial” ha calado muy profundo en el imaginario nuestro. Una
historia mítica llena de relatos fantasiosos como el mestizaje pacífico y
deseado y la no presencia de negros en Paraguay.
Manuel Domínguez (Foto de Portal Guaraní) |
Que
estas páginas de este fruto del alma de la negritud puedan servirnos de brújula
para seguir construyendo una sociedad más justa, una sociedad en la que podamos
convivir los seres humanos con el respeto mutuo de nuestras historias y de
nuestras culturas, reconociendo en primer lugar las injusticias cometidas por la
cultura mayoritaria homogeneizadora y
teniendo en cuenta siempre que la diversidad es lo más natural y lo más humano
que pueda existir, aunque no les pueda gustar esto a los fascistas. Enhorabuena
Mario. Gracias por acercarnos este fruto
del alma de la negritud.
(*) Palabras expresadas en ocasión de la presentación de libro de Ciudad del Este, 11 de noviembre de 2018.
"Con los ojos abiertos hacia los cuatro vientos,
los labios agrietados por el hambre y la sed,
y todos los sentidos respirando el peligro,
los labios agrietados por el hambre y la sed,
y todos los sentidos respirando el peligro,
va tras una esperanza: la última que resta.
El cansancio le hostiga los huesos y los músculos.
Y el cuerpo extenuado necesita descanso.
Una gruta entre aguas será buen escondite,
porque confunde olores y ensordece ruidos.
Así esquiva a los hombres del Brasil, que lo buscan (....)
*Fragmento de "Huida del Brasil (1824)"
Esclavo en huida, imagen ilustrativa Fuente: Teoría... |
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