Un hecho que no puede dejar de mencionarse cuando se analiza el gobierno de Bernardino Caballero es la enajenación de las tierras del Estado, quien según González (2011, p.62) tiene sus causas en la situación difícil que se experimentaba en nuestro país, al respecto nos dice, “resolver la pobreza del Estado es lo que más urdió al gobierno de Caballero, por lo que concibió la idea de que la inmigración y la venta de tierras fiscales atraerían rápidamente dinero (…).”
Tal es así que el 2 de octubre de 1883 se sancionó la ley que autorizó la venta de tierras públicas hasta alcanzar la suma de 150.000 pesos fuertes. Nos dice Miranda (2000, pp. 20-22) que con Bernardino Caballero en el poder, se produciría la mayor reforma de la historia, pero una reforma agraria al revés, en donde de los campesinos tuvieron que abandonar las tierras para ser ocupadas por los grandes latifundistas que sí podían pagar por las mismas.
La ley del 2 de octubre de 1883 y luego la del 1885, prohibía la venta de tierras menores a una legua cuadrada, con lo que le condenaba al despojo y a la proletarización (vivir como eterno empleado), por no tener la posibilidad de pagar por propiedades de gran extensión. La ley de venta de tierras públicas representó un gran negocio para el latifundio, que adquirió extensas tierras a bajo costo, con materia abundante (yerba mate, madera, etc.) y con la gran fuerza de trabajo de los campesinos desposeídos. La ley de 1885 modificaría la anterior, permitiendo la venta de parcelas más pequeñas (media legua); las tierras se dividían en 6 clasificaciones, las de primera clase costaban 1200 pesos la legua cuadrada y podían pagarse a tres años de plazo, pero las tierras de labor que habían recibido mejoras costaban 1 peso por cuadra y debían pagarse al contado; obviamente ningún campesino /que seguía teniendo preferencia en teoría/ jamás pudo comprar esas tierras.
Así surgió el latifundismo en nuestro país: Carlos Casado Ltda. Llegó a poseer en el Chaco unas 5.600.000 hectáreas, Domingo Barthe obtuvo 1.875.000 hectáreas y luego La Industrial Paraguaya S.A tenía una propiedad de 2.137.000 hectáreas, solo por citar algunos latifundios. En el periodo que va desde el comienzo del remate de tierras públicas hasta 1890, o sea en un periodo de 5 años, la extensión de tierras vendidas fue de 11.604 leguas cuadradas, unos 21.757.500 hectáreas. Se obtuvo un ingreso de 5.2 millones de pesos oro. (Ibíd., pp. 21-23)
Sobre las consecuencias de la venta de tierras públicas recurrimos a Pastore (2008, p.223) quien menciona que “los efectos de la venta de las tierras públicas pronto se hicieron sentir entre los campesinos. Numerosos arrendatarios y miles de simples pobladores quedaron, de la noche a la mañana, sin tierras y sin la posibilidad de adquirirlas”.
Habían vencido los cortos plazos que les acordaba la ley de 1883 para hacer valer sus derechos de preferencia en la compra que los predios que ocupaban. Los terceros interesados denunciaban preferentemente la existencia de las tierras de los alrededores de los poblados con miras a asegurarse el brazo de sus habitantes. (…) (Ibíd., p. 224)
Por su parte, González (2011, p.64) añade que “los pequeños agricultores se vieron afectados ya que la ley favoreció la compra ilimitada de tierras, pero a la vez dispuso una legua cuadrada como mínimo para la compra de tierras. (…)”. A pesar de esto, el Estado obtuvo cierta estabilidad económica, pero, a costa de la enajenación de las tierras públicas y de los yerbales.
Bernardino Caballero entregó el poder a su correligionario General Patricio Escobar, quien asumió como Presidente el 25 de noviembre de 1886.
BIBLIOGRAFÍA
1. BENÍTEZ, A. ET AL. (2000). La Historia del Paraguay. Tomo II. Editora Azeta S.A., Asunción.
2. GONZÁLEZ, E. (2011). Bernardino Caballero. Colección Protagonistas de la Historia, Editorial El Lector, Asunción.
3. GOMEZ FLORENTÍN, C. (2010). El Paraguay de la Post Guerra 1870-1900. Colección La Gran Historia del Paraguay, Editorial El Lector, Asunción.
4. MIRANDA, A. (2000). Los Dueños de Grandes Fortunas. AR Impresiones, Asunción.
5. PANGRAZIO, M. (1999). Historia Política del Paraguay. Tomo I. Intercontinental Editora, Asunción.
6. PASTORE, C. (2008). La Lucha por la Tierra en el Paraguay. Tercera Edición Corregida, Intercontinental Editora, Asunción.
Y ayer como hoy se demuestra el espiritu de vendepatria.Empezó con Benardino Caballero con la venta de tierra a extranjeros y desposesion del campesino paraguayo de ella.Hoy la ANR sigue la misma política de su fundador entregando la tierra a sojeros brasileños y expulsando de ella a campesinos e indigenasu paraguayos.
ResponderEliminarCuando mas pasa los tiempo cosa peores no enteramos nacera algundia otravez otro Gazpar Rodriguez de Francia ¿
ResponderEliminarSoy uno de los descendientes de Adalbert schmied, uno de los terratenientes que compró 290.000 hectáreas en el Chaco paraguayo en 1890. Mi tatarabuelo no era un rufián ni una persona de mal. Todo el dinero que tenía lo consiguió honradamente y con el sudor de su frente. Era la persona más honesta que jamás he visto en mi vida, al igual que sus hijos. Las tierras que compró no eran aptas para prácticamente nada. Solo servían como reclamo en el caso de una disputa territorial de Paraguay por cuestiones limitrofes. Mi tatarabuelo, ni sus hijos, nunca pudieron usufructuar absolutamente nada de las tierras que compraron a precio oro. Porque en esa época no servían para nada. Sus hijos hicieron una expedición en el año 1905, en cuál está documentada en el boletín del instituto geográfico argentino, el cual tengo una copia. Allí se puede leer que los terrenos eran incultivables, llenos de esteros, el río intransitable por los camalotes y el lugar era peligroso por las alimañas y tribus hostiles. Todo el dinero que invirtió fue al pedo lamentablemente.
ResponderEliminarY para que puta entonces compro esas tierras. Tu abuelo era un estúpido
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