La esclavitud y el Estado
Decía
en su primer artículo titulado La
esclavitud y el Estado “«Venid conmigo a los yerbales, y con vuestros ojos
veréis la verdad». ¿A qué verdad se refería? A la esclavitud del mensú.
Sobre dicha cuestión mencionaba Barrett en un artículo del 15 de junio de 1908
aparecido en El Diario:
El mecanismo de la esclavitud es el siguiente: No se le
conchaba jamás al peón sin anticiparle una cierta suma que el infeliz gasta en
el acto o deja a su familia. Se firma ante el juez un contrato en el cual
consta el monto del anticipo, estipulándose que el patrón será reembolsado en
trabajo. Una vez arreado a la selva, el peón queda prisionero los doce o quince
años que, como máximum, resistirá a las labores y a las penalidades que le
aguardan. Es un esclavo que se vendió a sí mismo. Nada le salvará. Se ha
calculado de tal modo el anticipo, con relación a los salarios y a los precios
de los víveres y de las ropas en el yerbal, que el peón, aunque reviente, será
siempre deudor de los patrones. Si trata de huir se le caza. Si no se logra
traerle vivo, se le mata.
Al mismo tiempo, Barrett indicaba que en “1901, al cabo de treinta años, se deroga especialmente el decreto de
Rivarola. Pero el nuevo decreto es una nueva autorización, más disimulada,
puesto que ya el Estado no tenía yerbales, de la esclavitud en el Paraguay. Se
prohíbe al peón abandonar el trabajo, so pena de daños y perjuicios a los
patrones. Ahora bien, el peón debe siempre al patrono; no le es posible pagar y
legalmente se le apresa”.
En este primer artículo se puede observar claramente la denuncia en
contra del Estado paraguayo, quien había establecido leyes favorables a los
latifundistas en detrimento de los peones yerbateros. Además se nota que el
futuro mensú ya se endeudaba sobremanera antes de iniciar sus labores en los
yerbales. Intentar escapar de esa esclavitud significaba la muerte.
Mensú acarreando yerba (Fuente) |
El 17 de junio apareció otro escrito de gran impacto
titulado “El arreo”, en él se
describe la manera como las empresas yerbateras se hacían de los futuros
“mensú”. Menciona que son 15 a 20 mil
los “esclavos de todo sexo y edad
(que) se extinguen actualmente en los yerbales del Paraguay, de la Argentina y
del Brasil”.
Como se describió más arriba, al
peón nunca se conchababa sin un anticipo, que según expresa Barrett, era el
adelanto para el infierno que viviría en los yerbales. Se puede deducir de este
artículo que Barrett conocía de manera muy cercana estas operaciones de arreo.
Se lamentaba de la manera como se engañaba al peón para trasladarlo lejos de su
hogar.
¡Pero, durante algunas horas todavía, la víctima es rica y libre! Mañana
el trabajo forzado, la infinita fatiga, la fiebre, el tormento, la desesperación que no acaba sino con la
muerte. Hoy la fortuna, los placeres, la libertad. ¡Hoy vivir, vivir por
primera y última vez! Y el niño enfermo sobre el cual va a cerrarse la verde
inmensidad del bosque, donde será para siempre la más hostigada de las bestias,
reparte su tesoro entre las chinas que pasan, compra por docenas frascos de
perfume que tira sin vaciar, adquiere una tienda entera para dispersar a los
cuatro vientos, grita, ríe, baila -¡ay, frenesí funerario!-, se abraza con
rameras tan infelices como él, se embriaga en un supremo afán de olvido, se
enloquece. Alcohol asqueroso a 10 pesos el litro, hembra roída por la sífilis,
he aquí la postrera sonrisa del mundo a los condenados a los yerbales. (El Diario, 17 de junio de 1908)
Barrett
denunciaba también con este artículo que ya desde el momento del traslado del
“ganado” a los yerbales, los futuros peones tenían que soportar los peores
vejámenes; terminaba llamando a defender a los niños de los usureros que “están descuartizando al país”, haciendo
referencia a que el 70% de los arreados al Alto Paraná eran menos de edad.
Rafael Barrett |
El yugo
en la selva
El yugo en la selva se denomina el artículo de
Barrett que apareció a su vez el 20 de junio de 1908, también en El Diario. En ese escrito y continuando
con la serie de denuncias en contra de
las industriales yerbateras, Barrett hace referencia a la influencia que
ejercían estas empresas sobre la política de Paraguay y Brasil. Otras
cuestiones descriptas en este artículo hacen mención al escenario geográfico en
donde se desempeñaba el peón yerbatero, el mensú, la tétrica descripción de la
selva es de la siguiente manera:
¡La selva! La milenaria capa de humus, bañada en la transpiración acre de
la tierra; el monstruo inextricable, inmóvil, hecho de millones de plantas
atadas en un solo nudo infinito; la húmeda soledad donde acecha la muerte y
donde el horror gotea como en las grutas... ¡La selva! La rama serpiente y la
elástica zarpa y el devorar silencioso de los insectos invisibles...Vosotros,
los que os apagáis en un calabozo, no envidiéis al prisionero de la selva. A
vosotros os es posible todavía acostaros en un rincón para esperar el fin. A
él, no, porque su lecho es de espinas ponzoñosas; mandíbulas innumerables y
minúsculas, engendradas por una fermentación infatigable, le disecarán vivo si
no marcha. A vosotros os separa de la libertad un muro solamente. A él le
separa la inmensa distancia, los muros de un laberinto que no se acaba nunca.
Medio desnudo, desamparado, el obrero del yerbal es un perpetuo vagabundo de su
propia cárcel. ¡Tiene que caminar sin reposo, y el camino es una lucha: tiene
que avanzar a sablazos, y la senda que abre con el machete torna a cerrarse
detrás de él como una estela en la mar!
Sobre
los trabajos realizados por los peones se puede diferenciar ciertos roles, el
minero era el que se encargaba de juntar las hojas de la yerba mate y
posteriormente trasladar el bulto largas distancias; estaba el encargado del
barbacuá, el acarreador de leña, atacadores de mboroviré, etc.
En
lo referido al minero destacaba Barrett en el mismo artículo “El minero desgaja y acarrea de día. De
noche -¡porque se pena de día y de noche en el yerbal!- alcanza el fogón, verea
el ramaje, es decir, lo tuesta en la llama, abrasándose las manos; deshoja la
rama destrozándose los dedos; pisa la hoja en el raido, sujetando con tiras de
cuero la mole, que llevará a cuestas hasta el romanaje donde será pesada...”
¿Sabéis cuánta hoja exigen al minero diariamente la Matte Larangeira y la
Industrial Paraguaya? ¡Ocho arrobas como mínimum! Ocho arrobas al hombro,
traídas de una legua, de legua y media por la picada! Cuando el minero suelta
el raido, nadie se acerca al desgraciado, que por lo común se desploma al
suelo. Los capataces le respetan en ese instante. Una desesperación sin nombre
se apodera de él, y sería capaz de asesinar. La lástima es que jamás lo haga,
que jamás ejecute a sus verdugos.
Ahora, el barbacuá, el horno rudimentario en que se cuece la hoja. Allá en
lo alto, sobre la boca fulgurante, el urú encaramado, respirando fuego, vigila
la quemazón. ¡Cuántas veces ha caído desmayado y lo han reanimado a puntapiés!
El trabajo más cruel es quizá el acarreo de leña al barbacuá, 70 u 80 kilos de
troncos gruesos, bajo los cuales, en el calvario de una larga caminata a través
de la selva, la espalda desnuda sangra. ¡Sí; la carne cruje desnuda en el yerbal,
porque allí son muy caras las camisas!
Como
se puede percibir, la vida del peón yerbatero era de una completa esclavitud,
endeudado desde un principio, maltratado y enfermo por el camino a los
yerbales, explotado hasta el extremo en los mismos, tenía como única esperanza
escapar; ni siquiera eso lograba, la inmensa selva, los capangas, perros y las
fieras se lo impedían.
Mensú(es) con sus cargas a cuestas (Fuente) |
Con este contundente título apareció otro
artículo en El Diario en fecha 23 de
junio de 1908: Degeneración. ¿A qué
hacía referencia? Veamos. En este escrito Barrett hace mención a aspectos
cruciales de la vida del peón yerbatero, del mensú. Salario, comida, vivienda,
salud y otras cuestiones que conciernen al día a día del peón aparecen en este
artículo. La descripción no deja de ser desgarradora y el título al final queda
corto para lo expresado.
Con
relación al salario decía Barrett “Su
salario es ilusorio. (…)Tienen que comprar a la empresa lo que comen y los
trapos que se visten. (…)El 90% de los peones del Alto Paraná son explotados
sin otra remuneración que la comida. Su suerte es idéntica a la de los esclavos
de hace dos siglos.”
¿Cómo
era dicha “comida”?
¡Y qué comida! Por lo común se reduce al yopará, mezcla de maíz, porotos,
charque (carne vieja) y sebo. Yopará por la mañana y por la noche, toda la
semana, todo el mes, todo el año. Alimento tan ruin y tan exclusivo bastaría
por sí a dañar profundamente el organismo más robusto. Pero además se trata,
sobre todo en el Alto Paraná, donde los horrores
que cuento llegan a lo inaudito, de alimentos medio podridos. El charque,
elaborados en el sur paraguayo, contiene tierra y gusanos. El maíz y los
porotos son de la peor calidad y transportados a largas distancias se acaban
por corromper. Esta es la mercadería reservada especialmente a la gleba de los
yerbales, y pasada de contrabando de una república a otra por los honorables
bandoleros de la alta banca. Así se come en la mina; ninguna labradora
civilizada consentirá en cebar con semejante bazofia a sus puercos.
Sobre
la habitación del peón yerbatero, Barrett realiza la lúgubre descripción:
La habitación del obrero del yerbal es un toldito para muchos, cubierto
de rama de pindó. Vivir allí es vivir a la intemperie; se duerme en el suelo,
sobre plantas muertas. Como hacen los animales. La lluvia lo empapa todo. El
vaho mortífero de la selva penetra hasta los huesos. Al hambre y a la fatiga se
añade la enfermedad. Esta horda de alcohólicos y de sifilíticos tiembla
continuamente de fiebre. Es el chucho de los trópicos. La tercera parte se
vuelve tísicos bajo la carga de mulo que les echan encima.
Barrett
también enumera en este artículo los animales a los que el mensú tenía que
enfrentar, no importaba el tamaño de los mismos, sino el efecto que podría
tener en su salud. Los mismos consistían en víboras, alacranes, los piques, las
garrapatas, las moscas, los mosquitos, etc.
Se
puede apreciar con la lectura de este artículo que la prostitución era común en
algunas zonas, a propósito decía:
El 90% de las mujeres de la mina son prostitutas profesionales; a pesar
del hambre, de la fatiga, de la enfermedad y de la prostitución misma, estas
infelices paren, como paren las bestias en sus cubiles. Niños desnudos, flacos,
arrugados antes de haber aprendido a tenerse en pie, extenuados por la
disentería, hormiguean en el lodo, larvas del infierno a que vivos aún fueron
condenados. Un 10% alcanza la virilidad. La degeneración más espantosa abate a
los peones, a sus mujeres y a sus pequeños. El yerbal extermina una generación
en quince años. A los 40 años de edad el hombre se ha convertido en un mísero
despojo de la avaricia ajena. Ha dejado en él la lona de su carne. Caduco, embrutecido
hasta el extremo de no recordar quiénes fueron sus padres, es lo que se llama
un peón viejo. Su rostro fue una lívida máscara, luego tomó el color de la
tierra, por último el de la ceniza. Es un muerto que anda. Es un ex empleado de
la industrial.
Tormento y asesinato
Tormento y asesinato fue el penúltimo artículo de Barrett en
su denuncia en contra de la esclavitud en los yerbales, fue publicado el 25 de
junio de 1908 y en él se describen los métodos utilizados por las industriales
para mantener el control sobre los peones yerbateros. Hace referencia a la
tortura aplicada a los mismos, como el cepo y el estaqueo. Estos métodos de
represión eran utilizados principalmente por los que osaban desobedecer las
órdenes emanadas por los patrones o por los capangas, también con los que
intentaron escapar y fueron capturados nuevamente.
Indicaba
Barrett “Raro es que intente un peón escaparse. Esto exige una
energía que están muy lejos de tener los degenerados del yerbal. Si el caso
ocurre, los habilitados arman comisiones en las compañías (soldados de la
nación) y cazan al fugitivo. Unos habilitados avisan a otros. La consigna es:
«traerlo vivo o muerto»”.
Los que se aventuraban en fugarse, eran capturados
nuevamente, en caso contrario eran muertos. Al capturado le esperaban el
tormento y la tortura. Al asesinado, la impunidad de su verdugo.
El tarefero en la tierra del mensú (Fuente) |
El
último artículo de Barrett se tituló El
botín y en él aparecen algunos datos
que ayudan a entender la magnitud de la explotación del mensú o del peón
yerbatero. Estos son los salarios que pagaba la Industrial Paraguaya en moneda
paraguaya a sus obreros: Mineros: por
arroba - 0.60; Barbacuá por arroba - 0.20; Atacadores y maquinistas por mes-
45.00; Capataces por mes - 120.00; Troperos por mes - 70.00; Picadores por mes
- 55.00; Boyeros por mes - 60.00; Chateros, por viaje (1 a 3 meses) - 90.00; Mensualeros
varios a - 30.00. Para explicar lo exiguo de los salarios con relación a los
gastos que contraían los peones, Barrett describió:
Piltrafas con huesos cuestan lo que la carne sin huesos en La Asunción.
Una libra de sebo cuesta peso y medio. Una libra de harina de cuarta clase, dos
pesos. El maíz ha llegado a dos pesos la libra. La ropa es un escándalo. El
metro de bayeta de lo peor, quince pesos; vale dos. Un pantalón de brin de lo
peor, veinte pesos; vale cuatro. Una camisa de lo peor, quince pesos; vale
tres. Un sombrero de lo peor, sesenta pesos; vale doce. Un poncho (ideal del
paraguayo), doscientos pesos; vale sesenta. Una caja de fósforos, un peso.
Tomemos el mejor de los casos: el de un minero guapo, que acarrea
trescientas arrobas por mes. Ganará ciento ochenta pesos. Quitad lo que gasta
en nutrirse malamente y en cubrir su desnudez, ¿y qué le queda?, treinta o
cuarenta pesos a lo sumo, con lo que tardará años y más años en saldar el
anticipo de un mil a dos mil pesos con que se ha encadenado. La suerte de los
demás peones es incomparablemente peor. Muchos se reducen a alimentarse de
agua, porotos y sal con esperanza de salvarse algún día. ¡Vana esperanza!
Barrett
termina diciendo, quizá de manera desesperada “Yo acuso de expoliadores, atormentadores de esclavos, y homicidas a
los administradores de la Industrial Paraguaya y de las demás empresas
yerbales. Yo maldigo su dinero manchado en sangre. Y yo les anuncio que no
deshonrarán mucho tiempo más este desgraciado país.”
1- BARRETT, R. El Dolor Paraguayo. Asunción, Editorial Servilibro. 2011.
2- BARRETT, R. Germinal. Asunción, Editorial El Lector. 1996
3- BARRETT, R. Lo que son los yerbales. Disponible en http://www.portalguarani.com/332_rafael_Barrett/11299_lo_que_son_los_yerbales__ensayo_de_rafael_Barrett.html
4- BARRETT, R. O que são os ervais. Coleção Arquivos, Editora Cultura e Barbárie. 2012.
5- BRÍTEZ E. Y CABALLERO, J. El Paraguay actual 2ª Parte (1998-2010). Colección La Gran Historia del Paraguay 15. Asunción, Editorial El Lector. 2010.
6- CABALLERO CAMPOS, H. El País Ocupado. Colección 150 años de la Guerra Grande 16. Asunción, Editorial El Lector, 2013.
7- FERNÁNDEZ, M.A. Rafael Barrett- Escritor y pensador revolucionario. Disponible en: http://www.portalguarani.com/411_miguel_angel_fernandez/14884_rafael_barrett__escritor_y_pensador_revolucionario_obra_de_miguel_angel_fernandez_.html
8- MIRANDA, A. Los Dueños de Grandes Fortunas. Asunción, Miranda y Asociados. 2000.
9- PASTORE, C. La Lucha por la Tierra en el Paraguay. Tercera Edición Corregida. Asunción, Intercontinental Editora. 2008.
10- RIVAROLA, M. Obreros, Utopías & Revoluciones. Asunción, Editorial Servilibro. 2010.
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