Algunas palabras del maestro de maestros (terrenales, valga la aclaración).
"Para el patriota sincero, que no hace del "patriotismo" plataforma de su elevación política, era una honda pena ver que los niños paraguayos leían libros de lectura escritos para niños argentinos en los que se hablaba de San Martín, Belgrano, Pueyrredón, de las pampas, de los progresos y grandezas argentinas, de todo menos de cosas que debe saber el niño guaraní.
El adjetivo "nacional", que se pegaba como etiqueta a nuestras escuelas, no significaba nada de "nacionalista" porque la escuela del Paraguay no era sino la prolongación de la escuela argentina. Maestros argentinos fueron los que formaron a los primeros maestros paraguayos; maestros paraguayos formados en escuelas normales argentinas fueron los primeros organizadores de nuestras escuelas y quienes les dieron su primer soplo de vida; libros argentinos —Mercante, Torres, Petrascione, Bassi— guiaron a los maestros en su enseñanza; libros argentinos se ponían en manos del niño paraguayo para emprender los primeros deletreos, para beber la primera ciencia, para orientarle sus sentimientos patrios.
No era un sentimiento de xenofobia el que se apoderaba de mí sino una depresión por nuestra incapacidad de bastarnos a nosotros mismos, de emanciparnos intelectualmente. Era mi gran preocupación de paraguayo todo esto y me propuse, aunque modestamente, sacudir el yugo, arrancar de manos de nuestros niños aquellos libros que desorientaban su cándida alma, sustituir la didáctica argentina con una paraguaya, si fuera posible crear la escuela paraguaya.
Comprendía exactamente mi insuficiencia para tamaña empresa, pero me sobraba voluntad y decisión para librar la batalla que me ha costado, por cierto, tantos sinsabores, me ha producido tantas heridas sangrantes en el corazón causadas por mis propios compatriotas y, sobre todo, por los "monopolizadores del patriotismo".
*Fuente: Ramón Indalecio Cardozo. Mi vida de ciudadano y maestro.
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