Portada de la novela, editada por Arandurä Foto: Portal Guaraní |
“¿Por qué no se escucha la Polca
Colorado por ninguna parte?”,
fue –seguramente– la pregunta que muchos colorados se hicieron aquella tardecita
del 20 abril de 2008, día aciago –para los colorados– en que el partido que
gobernó de forma continua el país por unas seis décadas perdió las elecciones
presidenciales.
Ese es el evento –y desde un
principio el lector se da cuenta– alrededor del cual gira la novela Polca Colorado, de la autoría de la
escritora Gloria Muñoz Yegros, recientemente premiada con el Premio Nacional de
Literatura de la Gobernación de Caaguazú. Dicha premiación es una ocasión
propicia para llegar a conocer a la mencionada obra y a la escritora, a través
de su trabajo.
Polca
Colorado es una novela dinámica, riquísima en diálogos frescos, vernáculos
y bien “nuestros”. La autora despliega en ella su potencial creadora de
diálogos, producto –seguramente– de su trayectoria como dramaturga. A través de
ellos, el lector llega a conocer a una infinidad de personajes, presentes y
ausentes, y penetra en la mente, en la forma de ser, de pensar y de sentir de
muchos de ellos; principalmente, del protagonista –Wilfrido– que narra la
historia en primera persona. Sin dudas, uno de los logros de esta novela es la
descripción precisa, a través de sus palabras y acciones, de los personajes que
participan en ella.
¿De qué trata la novela?, muchos se
preguntarán. Y la respuesta es sencilla: trata de las situaciones que
experimentaban los miembros del Partido Colorado en los días previos a las
elecciones contra “el Obispo”; además de las inquinas, los desaciertos, las
artimañas desplegadas y el temor experimentado ante la inminente derrota contra
“la oposición”. La novela es como un espejo, en donde no solamente se refleja
nuestra imagen en particular, sino –tristemente– la de toda la sociedad
paraguaya, y en especial, la de la clase política y sus secuaces.
Dicho espejo nos permite ver la
lucha maquiavélica por el poder, donde con tal de mantenerse en el gobierno
todo vale, la compra-venta de cédulas de identidad, las prebendas, el
clientelismo, el tráfico de influencia, etc; todo esto a pequeña escala, pues
la historia se desarrolla en un pequeño pueblo del interior donde todos se
conocen. Sin embargo, el lector puede captar que en esa pequeña aldea, cabemos
todos. Es el Paraguay minimizado. De igual modo, la novela nos muestra el poco
prestigio que tenía “el Presidente” de aquellos días y la poca aceptación de “la
Candidata”. Evidentemente todos sabemos quiénes son esos personajes, aunque no
sean nombrados.
A pesar de la existencia de muchos antihéroes,
también participan individuos que, a pesar de sus visibles errores y de su
ignorancia, reflejan una cierta inocencia o bondad que nos invitan a la esperanza.
Y uno de ellos es Wilfrido, un hombre ya entrado en años, sacrificado,
cuidadoso de sus padres y herido en el corazón por un amor no correspondido. Será
sobre él quien caerán las esperanzas de la victoria electoral, tanto por parte
del presidente de la Seccional Colorada –Don Braulio–, así como las de su
esposa –Doña Isolina– que trabaja furtivamente a favor de su hijo socialista, y
las de la ex profesora suya –Doña Dorotea– quien desea que una correligionaria
suya liberal –Celeste– llegue a ocupar un cargo político. Wilfrido tendrá que
valerse de diversas herramientas para cumplir con su cometido, a la par de no
descuidar su trabajo y a sus padres, así como de saber cómo encarar un nuevo
amor que golpea las puertas herméticas de su corazón.
El lector sabe desde un principio
que el partido del gobierno ha perdido contra “el Obispo”, y así podrá
imaginarse algunos comportamientos de ciertos personajes, como don Braulio, que
se pregunta “¿Por qué no se escucha la
Polca Colorado por ninguna parte?”. No querrán darle la respuesta cierta,
pero ya la tendrá.
Si hay algo que se puede señalar a
la novela, es –quizás– la escasa descripción del ambiente geográfico, que la
hubiera dado sin dudas un escenario más claro, más detallado; aunque puede ser
también que esa sea una estrategia para que el lector pueda ubicar los hechos
en cualquier pueblito del interior de nuestro país, porque como señalé, en
aquella aldea cabemos todos.
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